PEDRO SÁNCHEZ: EL NUEVO MELÓN DEL PSOE

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El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) acaba de elegir a Pedro Sánchez como nuevo secretario general tras una votación en la que han participado buena parte de sus militantes. La victoria de Sánchez ha sido más holgada de lo previsto, ya que los días previos se barajaba un resultado estrecho entre el candidato madrileño y su principal rival, el vasco Eduardo Madina.

Sánchez ha ganado porque ha sabido trabajarse desde hace meses a los líderes regionales del partido, especialmente a Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, la federación que reúne a uno de cada cuatro militantes socialistas.  No es un secreto que tres de los principales apoyos de Sánchez en este proceso de primarias han sido Gaspar Zarrías (el gran factótum del PSOE andaluz), José Bono (que incluso le ha prestado a su histórico jefe de prensa) y José Blanco (que ya apostó por él cuando decidió colocarle en las tertulias de Intereconomía y Veo Televisión durante la etapa de Zapatero).

Por el contrario, Eduardo Madina pretendía ganar las primarias yendo por libre, al estilo de lo que en su día hizo José Borrell cuando le ganó a Joaquín Almunia en 1998, pero el resultado ha demostrado que la influencia de los barones regionales en los militantes es mucho más fuerte de lo que él creía.

Además, Sánchez ha jugado durante la campaña la carta de la moderación, transmitiendo la idea de que él era el candidato más fiable para España y manteniendo las reuniones adecuadas para granjearse el apoyo de todo el establishment del país. Madina, mientras tanto, ha rehusado, e incluso despreciado, las reuniones con empresarios y directivos de medios de comunicación, haciendo gala hasta el extremo de su independencia y autonomía, lo que le ha costado ser tildado por algunos sectores como un peligroso izquierdista.

¿Son Sánchez y Madina tan diferentes? Yo creo que no. Pertenecen a la misma generación y no tienen herencias del pasado. Ambos son jóvenes socialistas que saben que el PSOE debe cambiar si pretende sobrevivir. La única gran diferencia entre ellos es el método que han elegido para ganar el liderazgo: uno, pactando con todo bicho viviente; el otro, acentuando su independencia y confiando en los militantes de base.

Precisamente por ello, la victoria de Pedro Sánchez representa una gran incógnita, pues no está claro si actuará como una marioneta de los grandes popes del partido o si, por el contrario, se emancipará y buscará valerse de su nuevo puesto para ganar la autonomía que ha perdido durante los últimos meses. Si es lo primero, probablemente Sánchez sea un mero candidato de transición mientras Susana Díaz elige el momento de saltar al campo. Si es lo segundo, puede que, efectivamente, haya comenzado «el principio del fin de Mariano Rajoy», como dijo el madrileño durante su discurso tras ganar las primarias.

Sánchez tiene muy buena pinta, es joven y atractivo. Sin embargo, como todo catador de melones sabe muy bien, hasta que no se abre la fruta no es posible determinar si hemos acertado. Así pues, habrá que esperar a sus primeras decisiones para saber si hay que tirar el melón o si, por el contrario, tenemos fruta para rato.

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