LA HORA DE LA POLÍTICA

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Estos días comienza lo que los cursis llaman «un nuevo curso político», pero que en realidad es la continuación de un año 2015 que ya desde sus inicios prometía. Cursis y no cursis coinciden en que los próximos tres meses van a ser decisivos para el futuro de España, si bien quizás convendría rebajar algo las expectativas no vaya a ser que después de las elecciones catalanas primero y generales después el panorama no cambie tanto.

Sea como fuere, lo que está claro es que se aproxima la hora de la alta política, porque los resultados de los comicios en Cataluña y en el conjunto de España van a obligar a la clase política a hacer encaje de bolillos para alcanzar las mayorías necesarias para gobernar.

Salvo que se confundan gravemente las encuestas, que también puede pasar, las mayorías absolutas van a quedar atrás (algo que ya se vio en buena parte de España durante las elecciones municipales y autonómicas de mayo pasado), y ello obligará a los partidos a demostrar cómo están de cintura política.

En Cataluña, donde se han celebrado tres elecciones autonómicas en apenas cinco años, podemos predecir sin margen de duda que el resultado será un parlamento muy diverso, fiel reflejo de lo que viene siendo la sociedad catalana durante los últimos lustros.

La lista en la que va Artur Mas ganará las elecciones, pero su resultado no le va a permitir seguir adelante con su plan independentista, al menos como él lo tiene proyectado. Deberá buscar apoyos en otras fuerzas para construir una mayoría suficiente y, si quiere sobrevivir, deberá adaptarse a los nuevos tiempos y, quizás, aparcar la secesión en favor de otras tareas más urgentes (economía, política social, educación…). De lo contrario, quizás se forme una mayoría alternativa, si bien ahora mismo eso parece ciencia ficción.

Lo ideal en Cataluña, para construir un gobierno estable y superar la fragmentación del nuevo parlamento, sería una alianza fuerte, pero ello sólo será posible si sucede algún tipo de milagro que permita unir a partidos con sensibilidades muy diferentes. Es ahí donde tendrá que entrar a jugar la alta política y donde deberán destaparse los grandes políticos, capaces de superar sus diferencias en aras del bien común.

En las elecciones generales que habrá a continuación, las cosas no pintan muy diferentes. Rajoy ganará los comicios, pero no tendrá la mayoría suficiente para poder gobernar. Eso le obligará, como a Mas, a tener que buscar apoyos en otros partidos. Y, como a Mas, a Rajoy también le será muy complicado sumar adhesiones hasta llegar a los 176 diputados necesarios para pilotar España. ¿Qué pasará entonces? Pues que, o el Partido Popular demuestra más cintura que la demostrada tras las recientes elecciones municipales y autonómicas, o tendrá que arriesgarse a que el PSOE de Pedro Sánchez busque por sí mismo los apoyos.

Pero lo que apuntan las encuestas es que ni siquiera la unión del PP más Ciudadanos sumaría 176 diputados, ni por supuesto la del PSOE con Podemos. ¿Cuál sería la solución entonces? Pues, como en el caso catalán, no habría más remedio que buscar un pacto amplio que ponga de acuerdo a políticos con sensibilidades muy diferentes, capaces de aparcar sus discrepancias por dotar de estabilidad y bienestar a España.

Es decir, que parece que los españoles (catalanes incluidos) han decidido que ha llegado la hora de los gobiernos de coalición. Y, por tanto, los políticos españoles tendrán la oportunidad durante los próximos meses de demostrar si son tan buenos como ellos se creen o tan malos como piensan sus votantes. Si es lo primero, estaremos salvados. Si no, mejor hacer las maletas.

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