MAS SE AFERRA AL SILLÓN

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El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, no tiene ninguna intención de convocar de forma inmediata unas elecciones autonómicas. Y así se lo ha hecho saber durante estos días a destacados dirigentes de su partido, Convergència i Unió (CiU). Mas cree que unas elecciones anticipadas solo tendrían sentido si fueran en clave plebiscitaria, es decir, que todas las fuerzas soberanistas acudieran de la mano y bajo una misma lista encabezada por el actual presidente de la Generalitat. 

Sin embargo, esa posibilidad es muy remota en este momento por varios motivos. Primero, porque Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el gran aliado del Gobierno catalán en todo este proceso, no está dispuesta a ir en una lista que encabece el líder de CiU. En segundo lugar, por la propia Unió, uno de los dos partidos que integran CiU, que ya ha dicho que no piensa ir con ERC a ningún sitio. Y en parecidos términos se han expresado los dirigentes de Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV), el ala catalana de Izquierda Unida, que consideran inviable presentarse junto a la derecha nacionalista.


Así las cosas, y ante la imposibilidad de que se haga realidad una lista de la que formen parte todos los soberanistas, Mas tiene clara su decisión: no habrá elecciones anticipadas si su convocatoria significa que cada cual vaya por su cuenta. “Sería un error hacer elecciones por hacerlas”, dijo el president durante su comparecencia pública del martes pasado. ¿Por qué? Porque sería su suicidio político debido a que CiU sale mal parada en las encuestas frente a ERC y, por tanto, perdería la Generalitat si hubiera comicios ya.

En ERC hay quien estaría dispuesto a aceptar una lista conjunta, pero siempre que no esté presidida por Mas, lo cual tampoco será aceptado por éste porque supondría igualmente su jubilación. Y es que Mas se siente fuerte tras el 9 de noviembre. Considera que él ha cumplido su promesa de realizar la consulta soberanista en el año 2014 (tal y como pactó con ERC al principio de su mandato) y, por tanto, que no hay motivos de peso para poner fin a la legislatura de forma anticipada. 

Por eso Mas cree que su trabajo debe centrarse ahora en dos frentes. Primero, dentro de Cataluña, mediando para que continúe la unidad del frente soberanista y, si es posible, buscar la forma de celebrar unas elecciones plebiscitarias. Y, en segundo lugar, ya fuera de Cataluña, negociando con el Gobierno de Mariano Rajoy algún tipo de solución que permita celebrar un referéndum con todas las garantías o, en su defecto, algún tipo de arreglo que desbloquee la situación actual: y que bien podría ser una reforma de la Constitución que acabe suponiendo una votación en las urnas… aunque sea en toda España a la vez.

El objetivo de Mas es ganar tiempo con ambas negociaciones para no tener que anticipar las elecciones. De hecho, ha transmitido a su gente más próxima que éstas no se celebrarán hasta finales de 2015. Y, dado que alrededor del 20 de noviembre se prevén elecciones generales en España, no se descarta que Mas las haga coincidir, aunque esta posibilidad no es bien vista en algunos sectores de CiU, pues en los comicios generales siempre se moviliza más el voto españolista y eso perjudicaría a los partidos soberanistas en las autonómicas.
 
La opción que más gusta a Mas es convocar las elecciones justo antes de las generales de noviembre (la ley exige separar con 100 días las citas electorales que no tengan lugar en la misma fecha) o justo después. En este último caso, la cita con las urnas se retrasaría hasta comienzos de 2016 y casi coincidiría con el teórico final de la legislatura en Cataluña, por lo que Mas habría conseguido su objetivo de agotar el mandato.
 

Y es que en CiU existe el convencimiento de que no les convienen unas elecciones ahora mismo porque las encuestas dicen que ERC está más fuerte que ellos y porque el fenómeno de Podemos está empezando a cuajar en Cataluña y sus consecuencias en las urnas son imprevisibles. Así pues, y puestos a tener que abandonar el poder por los nuevos aires de cambio, que sea cuanto más tarde mejor.
 

Por eso no se descarta buscar el apoyo de los socialistas para aguantar hasta el final de la legislatura si ERC se niega a seguir sosteniendo al Gobierno de Mas por su negativa a adelantar las elecciones. De ahí que el president haya incluido al PSC en la ronda de contactos que ha abierto tras el 9-N.

(Artículo publicado en la revista TIEMPO el 14 de noviembre de 2014)
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