Las balas como salvavidas

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Los tres partidos que integran eso que llamamos la izquierda madrileña tenían grandes esperanzas en el debate que los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid iban a celebrar el día 21 en su televisión autonómica. Sabedores de que Isabel Díaz Ayuso no es especialmente brillante en este tipo de formatos, PSOE, Podemos y Más Madrid se frotaban las manos las horas previas ante la posibilidad de que la presidenta pudiese meter la pata y lograr así dar un vuelco a las encuestas. La clave de la campaña estaba en ese debate, de ahí que hasta Televisión Española tomase la ‘extraña’ decisión de emitirlo en La 1, no sólo en su Canal 24 horas. Si ocurría lo que tenía que ocurrir, debía verlo cuanta más gente mejor.


Pero, contra todo pronóstico, el debate no le fue nada bien a la izquierda. El candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, desaprovechó la oportunidad para erigirse en alternativa real a Ayuso, demostró que está en franca decadencia, arruinó su imagen moderada al echarse desesperadamente en los brazos de Pablo Iglesias y perdió la batalla por el centro con Edmundo Bal (Ciudadanos). Por su parte, el exvicepresidente del Gobierno tuvo una de sus peores noches televisivas y sucumbió ante la frescura de Mónica García, la candidata del partido de Íñigo Errejón. Para colmo, Iglesias cometió un error imperdonable: llegó al debate en taxi para dar imagen de austeridad… pero las cámaras le cazaron tres horas después saliendo de Telemadrid en un vehículo con chófer. Al día siguiente, no se hablaba de otra cosa.

Ante tal debacle inesperada, la izquierda necesitaba un salvavidas. Especialmente Iglesias, en peligro real de desaparecer de la Asamblea de Madrid ante el empuje de García. Así que las amenazas de muerte recibidas por carta el día 22 le ofrecieron una oportunidad de oro para recuperarse. Desde ese día la estrategia iba a estar clara: hacerse la víctima y apuntar a la derecha como responsable de lo sucedido.

Y una parte de la derecha picó el anzuelo. En vez de condenar sin fisuras las amenazas a Iglesias, al ministro del Interior y a la directora de la Guardia Civil, algunos titubearon al respecto. Es verdad que los sindicatos de Correos han alertado de la anormalidad que representa que tres paquetes con cuatro balas lleguen a su destino mientras una moneda de dos euros en un sobre no pasa de la esquina. Y es verdad que la izquierda, y especialmente Podemos, no ha tenido el más mínimo rubor en mofarse de algunos ataques sufridos por Vox e incluso de hablar de «provocación» cuando les impidieron dar un mitin en Vallecas. Pero caer en el mismo error es de principiantes.

Por eso Iglesias aprovechó la impertinencia de Rocío Monasterio (Vox) en el debate del día 23 en la Ser para recuperar la iniciativa y montar su particular ‘show’. Desde ese día, la campaña ha saltado por los aires. Ya no hay unas elecciones el 4-M, lo que hay es un plebiscito y no basado precisamente en el «comunismo o libertad» que proclama Ayuso. Ahora el dilema es otro: democracia o fascismo.

Por arte de magia, en apenas cuatro días, la izquierda en bloque ha pasado a llamar a la defensa de la democracia y a decretar la alerta antifascista. Es la única manera que han encontrado para movilizar a sus bases y dar la vuelta a las encuestas. Estamos ante una repetición de las elecciones de abril de 2019, cuando PSOE y Podemos aprovecharon la foto de Colón para azuzar el miedo entre los votantes.

El mensaje que se está trasladando a los ciudadanos es terrible: todo lo que no sea votar a la izquierda significa apoyar que haya un Gobierno fascista en la Comunidad de Madrid. Por si quedaba alguna duda, este fin de semana el PSOE ha sumado a sus mítines a dos de los amenazados, el ministro del Interior y la directora de la Guardia Civil, para que incluso los más lerdos lo puedan entender: la derecha nos quiere matar, hay que votar para evitarlo. De hecho, Fernando Grande-Marlaska no se ha cortado un pelo y ha tildado al Partido Popular de «organización criminal».

Así pues, la campaña no puede estar ya más embarrada. Falta una semana para las elecciones más importantes del siglo, a juzgar por lo que se dice. Unos hablan de fascismo; otros de comunismo. Pero pocos hablan de Madrid. 


[Este artículo se ha publicado el lunes 26 de abril a las 00.36 horas en el blog de Álvaro Nieto]




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